Desde los años 30 del pasado siglo comenzó a manejarse en la industria el concepto de la obsolescencia programada. Esto es, la capacidad de crear productos con una vida útil estimada preestablecida y, por lo general, no demasiado larga. Gracias a ello, los consumidores nos vemos obligados a renovarlos en un tiempo más o menos determinado, permitiendo que la rueda del consumo nunca se pare.
Como cuenta el famoso documental Comprar, Tirar, Comprar, esto comenzó a aplicarse en elementos como bombillas o medias, pero hoy en día es una práctica generalizada a todos los niveles e industrias. El principio es fácil: si los ingenieros creasen productos tan buenos que durasen demasiados años, las compañías venderían muchos menos productos nuevos y, consecuentemente, dejarían de ingresar el montante de dinero que ingresan.
Comprar, tirar, comprar.
Obsolescencia programada: el motor secreto de nuestra sociedad de consumo.